viernes, 20 de agosto de 2010

Los vuelos rasantes del ángel delator

Memorias de una muñequita manca

Displicente y mentiroso como el eslogan de una campaña electoral el tiempo pasa sobre los techos de chapa de las villas argentinas. Displicente y mentiroso por mas que la cola de la estrella fugaz vaya dejando un montón de brillitos en el aire y nos confunda buenamente el ánimo al tratar de alegrar un poco el derrotero de los reyes magos. Brillitos efímeros que apenas duran lo que dura la propaganda de esa refulgente muñeca nueva en los onerosos segundos de la televisión navideña y ya está, habrá que ponerse a esperar las próximas fiestas para verlos de nuevo y de lejos, y con un cachito de alambre arreglarle el bracito a la muñequita manca y consolarle la existencia para que no se acobarde y siga viviendo en la miseria unos años mas.
La noche era azul como los pecados capitales y la esperanza blanca como la franja del medio de la bandera de este plateado país. Pasé a visitar un ratito a Noel, a los reyes y al pibe de dios justamente con el ánimo de manguearles algún bracito de sobra, aunque sea fallado. Les estuve cebando unos mates y traté de sacarles conversación pero estaban tan preocupados preparando ese injusto reparto de juguetes y esa trasnochada vuelta al mundo que no me dieron ni cinco de bola así que me fui asqueado de tanto santo y tanto monarca y terminé charlando con los pobres camellos, con los que, sinceramente, me sentí mucho mas identificado que con los reyes por el solo hecho de que están tan jorobados como nosotros. Total que me monté en uno y nos fuimos en patota a dar una vuelta previa por la actualidad nacional. No se si habrá sido el cambio climático, el resplandor del sol del escudo (que nunca se termina de asomar), la inflación (que nunca se termina), el porrón que nos chupamos antes de subir o las jorobas de mis amigos, pero desde allá arriba, la verdad, no se notaban demasiados progresos. Es mas, daba toda la impresión de que las mismas baldosas seguían despegadas de las mismas veredas y de que la deuda externa perduraba tan intacta como perdura la cara dura de los torturadores en sus blandos arrestos de entre casa. Si no fuera porque, aún aguzando la vista, no pude confirmar con certeza la situación (y no me gusta mentir demasiado), juraría que todo está igual, lo que resulta verdaderamente decepcionante si sacamos la cuenta de la cantidad de platos que lavamos para poner la casa en orden, de los puntos finales que le pusimos a nuestros reclamos, de lo debidamente obedientes que al final fuimos nosotros y no los que debían serlo, de las suelas que nos gastamos caminando para seguir al que no nos iba a defraudar, de las cirugías sin anestesia que nos aguantamos sin desmayo o de lo último que se perdió que fue esa millonada de esperanzas. Si no fuera porque, aún aguzando la vista, no puedo confirmar con certeza la situación (e insisto, no me gusta mentir demasiado), juraría que a la Argentina que viene, como he oído decir por ahí, no la podemos hacer entre todos primero porque la Argentina que viene ya llegó hace un rato largo, segundo porque el tiempo sigue pasando displicente y mentiroso como el eslogan de una campaña electoral y tercero porque para que a la Argentina que viene la hagamos entre todos siempre nos van a faltar aquellos sesenta mil brazos (mas el de la muñequita manca).
Memoria señoras y señores, memoria y recién después feliz navidad.

6 comentarios:

  1. Un poco sado- voodoo esta ilustracion ¿no?

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  2. Si despejamos hipocresías, si nos atenemos a la realidad menos tangible, si nos dejamos de estúpidos cuentos con finales felices, se podría decir que si esta ilustración es un poco sado vudú es porque se parece bastante a la vida... y ni le cuento si concideramos que está basada en el texto que la acompaña, Número Uno.

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  3. Yo no sé si es el cariño que te he tomado o qué. O tal vez que ando medio fragilona por no decir pelotuda. La cosa que el texto me da en las tabas... y la imagen va en yunta.

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  4. -Hay que endurecerse sin perder la ternura jamás- dijo Ernesto (y no olvidemos la importancia que tiene llamarse Ernesto).

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  5. profe me encanta el angel!...para mi hermano yo soy una muñequita... manca..pero para la pintura...

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  6. Nadie es manco para la pintura, Mar, ni los mancos. Acordate de lo que dijo Picasso -La pintura es más fuerte que yo, siempre consigue que haga lo que ella quiere-.

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